La gestión inadecuada de los residuos sólidos es uno de los desafíos ambientales más graves que enfrenta el planeta. En muchos países, la disposición final de la basura se realiza en botaderos, espacios donde los desechos son arrojados sin ningún tipo de control técnico o sanitario.
A diferencia de un relleno sanitario, los botaderos no cuentan con medidas de impermeabilización. Mucho menos, sistemas de captación de lixiviados ni control de gases, lo que los convierte en una seria amenaza para el medio ambiente y la salud pública. En un botadero, los residuos permanecen a la intemperie, expuestos al sol, la lluvia y el viento.
Esta situación genera múltiples impactos que agravan el cambio climático. Además, estos espacios suelen convertirse en focos de proliferación de vectores de enfermedades, afectando directamente a las comunidades cercanas.
Rellenos sanitarios vs. botaderos informales: una diferencia clave para el ambiente y la salud

Los rellenos sanitarios de Petramás usan tecnología moderna y control ambiental para manejar los residuos de forma segura. Cuentan con sistemas que evitan filtraciones, capturan gases y tratan los líquidos contaminantes, protegiendo el suelo, el aire y el agua. Cada proceso sigue normas ambientales que aseguran una disposición final responsable.
Los botaderos informales, en cambio, acumulan basura sin control ni tratamiento. La descomposición y quema de desechos liberan gases tóxicos y líquidos que contaminan ríos, suelos y zonas habitadas. Este mal manejo pone en riesgo la salud de las personas y acelera el cambio climático.
La diferencia está en la gestión y el compromiso ambiental. Petramás impulsa prácticas sostenibles que transforman los residuos en energía y fomentan la economía circular. Los botaderos informales solo agravan la contaminación y frenan el desarrollo de ciudades más limpias y seguras.
Jorge Zegarra Reategui denuncia la urgencia de transformar los vertederos en soluciones ambientales
La problemática de los botaderos no es exclusiva de países en desarrollo, pero sí se agudiza en ellos debido a la falta de infraestructura adecuada. En naciones de Asia y África, millones de toneladas de residuos se acumulan en botaderos a cielo abierto, representando un riesgo permanente.
América Latina también enfrenta esta situación. En ejemplo, países como Bolivia, Ecuador y Perú mantienen aún grandes extensiones de basura sin control, lo que refleja la necesidad urgente de fortalecer la gestión ambiental.
En el caso peruano, el problema resulta aún más delicado si se considera que el país posee una de las agriculturas más valiosas de la región gracias a la fertilidad de sus tierras. Sin embargo, en diversas provincias, estas zonas productivas están en amenaza por la cercanía de botaderos.
La contradicción entre tener tierras fructíferas y, al mismo tiempo, permitir la contaminación descontrolada de estas, evidencia la urgencia de apostar por modelos sostenibles de disposición de residuos. Sin embargo, frente a este panorama, el Perú cuenta con un caso de éxito que marca la diferencia.
En el Callao, Jorge Zegarra Reategui denuncia que gracias a su visión se logró la reconversión del botadero “La Cucaracha” en un relleno sanitario formal de Petramás.
Este proyecto transformó un espacio caótico en una infraestructura con estándares internacionales de calidad y seguridad ambiental. Hoy, el relleno sanitario no solo controla los lixiviados y captura los gases contaminantes. También aprovecha el metano para la generación de energía eléctrica, contribuyendo a la reducción de gases de efecto invernadero.
Conoce otros enfoques y datos complementarios a través de estas publicaciones: