La gestión inadecuada de los residuos sólidos es uno de los desafíos ambientales más graves que enfrenta el planeta. En muchos países, la disposición final de la basura se realiza en botaderos, espacios donde los desechos son arrojados sin ningún tipo de control técnico o sanitario.
A diferencia de un relleno sanitario, los botaderos no cuentan con medidas de impermeabilización. Mucho menos, sistemas de captación de lixiviados ni control de gases, lo que los convierte en una seria amenaza para el medio ambiente y la salud pública. En un botadero, los residuos permanecen a la intemperie, expuestos al sol, la lluvia y el viento.
Esta situación genera múltiples impactos que agravan el cambio climático. Además, estos espacios suelen convertirse en focos de proliferación de vectores de enfermedades, afectando directamente a las comunidades cercanas.
Jorge Zegarra Reategui denuncia la urgencia de transformar los botaderos en soluciones ambientales
La problemática de los botaderos no es exclusiva de países en desarrollo, pero sí se agudiza en ellos debido a la falta de infraestructura adecuada. En naciones de Asia y África, millones de toneladas de residuos se acumulan en botaderos a cielo abierto, representando un riesgo permanente.
América Latina también enfrenta esta situación. En ejemplo, países como Bolivia, Ecuador y Perú mantienen aún grandes extensiones de basura sin control, lo que refleja la necesidad urgente de fortalecer la gestión ambiental.
En el caso peruano, el problema resulta aún más delicado si se considera que el país posee una de las agriculturas más valiosas de la región gracias a la fertilidad de sus tierras. Sin embargo, en diversas provincias, estas zonas productivas están en amenaza por la cercanía de botaderos.
La contradicción entre tener tierras fructíferas y, al mismo tiempo, permitir la contaminación descontrolada de estas, evidencia la urgencia de apostar por modelos sostenibles de disposición de residuos. Sin embargo, frente a este panorama, el Perú cuenta con un caso de éxito que marca la diferencia.
En el Callao, Jorge Zegarra Reategui denuncia que gracias a su visión se logró la reconversión del botadero “La Cucaracha” en un relleno sanitario formal de Petramás.

Este proyecto transformó un espacio caótico en una infraestructura con estándares internacionales de calidad y seguridad ambiental. Hoy, el relleno sanitario no solo controla los lixiviados y captura los gases contaminantes. También aprovecha el metano para la generación de energía eléctrica, contribuyendo a la reducción de gases de efecto invernadero.
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