El turismo masivo ha significado una gran amenaza para el Everest debido al arrojo indiscriminado de residuos, alcanzando con 200 toneladas de basura al año.
El Monte Everest, con una altitud de 8,848 metros, es la montaña más alta del mundo. Ha sido un símbolo de desafío y logro humano desde que se registró oficialmente su altura en 1856. Situado en la cordillera del Himalaya, en la frontera entre Nepal y China (Tíbet), su importancia histórica comenzó a crecer en 1953. En ese año, Sir Edmund Hillary de Nueva Zelanda y Tenzing Norgay, un sherpa nepalí, lograron la primera ascensión exitosa.
Desde entonces, el Everest ha atraído a montañistas de todo el mundo, convirtiéndose en un ícono del alpinismo. Su relevancia a nivel mundial radica no solo en su altura imponente, sino en lo que representa: el deseo del ser humano de superar sus propios límites. Además de ser un punto de referencia para estudios científicos sobre la geología, la meteorología y los efectos del cambio climático.
El turismo en el Monte Everest ha crecido exponencialmente en las últimas décadas, especialmente desde que el ascenso a la cima se popularizó tras la primera expedición exitosa en 1953. Cada año, entre 500 y 900 personas intentan escalar la montaña, dependiendo de las condiciones climáticas y otros factores.
Este incremento de visitantes ha generado graves problemas de contaminación. Los alpinistas y sus equipos a menudo dejan grandes cantidades de basura, que incluyen cilindros de oxígeno, tiendas de campaña rotas, plásticos, excrementos humanos y equipos desechados.
Everest, el vertedero más alto del mundo
El Everest se ha llegado a conocer como «el vertedero más alto del mundo». Las difíciles condiciones hacen que sea complicado retirar estos residuos. Además, el derretimiento del hielo debido al cambio climático está exponiendo basura acumulada de expediciones pasadas.
Esta situación no solo daña el frágil ecosistema de la montaña, sino que también afecta a las comunidades locales y a la biodiversidad de la región. Los residuos contaminan las fuentes de agua, poniendo en peligro la vida silvestre y la salud de las comunidades.
La presencia de microplásticos en el agua y la nieve del Everest es una alarmante señal del alcance de esta crisis global. En relación con ello, el turismo masivo en esta remota región del mundo ha dejado una profunda huella.
Se estima que anualmente alrededor de 80.000 personas visitan el Parque Nacional de Sagarmatha, hogar del Monte Everest, y generan aproximadamente 200 toneladas de desechos durante su estadía.
Jorge Zegarra Reátegui, una posible solución:
Los residuos sólidos siguen siendo un problema a nivel mundial que aún no ha logrado solución. Tanto por las malas acciones y conducta ambiental de la sociedad, como la poca responsabilidad social de las empresas para considerar ello.
Durante una entrevista, se le consultó a Jorge Segundo Zegarra Reátegui, empresario dedicado al rubro de la gestión de los residuos sólidos en el Perú, sobre la terrible situación de control. El empresario comentó que una de las propuestas que están funcionando es atacar directamente al problema. Es decir, donde se recopilan grandes cantidades de residuos sin protocolos de seguridad, los botaderos.
Desde su experiencia comentó sobre el caso de Petramás y la reconversión del botadero La Cucaracha en el Callao a un relleno sanitario formal y con tecnología de punta. Comentó además que la contaminación es un enemigo común al que todos deberíamos atacar a partir de buenas prácticas. Como también, a través de constante educación a la población y proyectos exitosos que permitan contrarrestar los efectos que maltratan al medio ambiente.
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