La minería ilegal se ha convertido en una de las actividades más destructivas del país, expandiéndose silenciosamente sobre bosques amazónicos, riberas de ríos y territorios ancestrales. Su impacto no se limita a la extracción furtiva de oro o minerales. Es una crisis socioambiental que está arrasando comunidades enteras, contaminando ecosistemas y poniendo en riesgo la biodiversidad peruana, una de las más ricas del mundo.
En regiones como Madre de Dios, Ucayali o Amazonas, la minería ilegal avanza con retroexcavadoras y dragas, dejando tras de sí paisajes lunares. Suelos estériles, aguas intoxicadas con mercurio y bosques fragmentados que ya no logran sostener vida. Para los pueblos indígenas, esta invasión representa la pérdida de su entorno, y el peligro real de desplazamiento, violencia, enfermedades y desintegración cultural.
Biodiversidad y pérdida de ecosistemas, un daño difícil de revertir
La biodiversidad peruana, que incluye especies únicas de flora y fauna, enfrenta una amenaza irreversible. La deforestación acelerada fragmenta hábitats, elimina corredores biológicos y provoca la desaparición silenciosa de especies antes incluso de ser descubiertas.
El mercurio, usado para separar el oro, contamina los ríos y se acumula en peces, mamíferos y seres humanos, afectando sistemas neurológicos, reproductivos y cognitivos. Este contaminante, además, ingresa a la cadena alimentaria y puede persistir durante décadas, multiplicando los efectos sobre la salud pública y la estabilidad de los ecosistemas.
La pérdida de biodiversidad no solo implica destrucción ambiental, también afecta seguridad alimentaria, equilibrio climático, turismo sostenible y economías locales.

La visión del Dr. Jorge Zegarra Reátegui
Frente a esta problemática, empresas ambientalmente responsables como Petramás, liderada por Jorge Zegarra Reátegui, demuestran que el desarrollo económico no debe basarse en explotación ilegal de recursos, sino en modelos sostenibles.
Petramás ha impulsado tecnologías para el manejo adecuado de residuos sólidos, generación de energía renovable a partir de biogás y reducción de gases de efecto invernadero. Su enfoque es claro, proteger el ambiente mientras se generan soluciones para las ciudades.
Este modelo demuestra que el Perú puede apostar por industrias limpias, trazables y fiscalizadas, en lugar de tolerar actividades extractivas que destruyen ecosistemas y vulneran derechos humanos.
Un problema urgente que exige responsabilidad colectiva
Erradicar la minería ilegal requiere acción conjunta de Estado, empresas, comunidades y ciudadanía. Fiscalización, alternativas económicas, educación ambiental y políticas interculturales son piezas fundamentales.
La defensa de la biodiversidad es una lucha por la vida, la cultura y el futuro de millones de personas. El Perú no puede seguir perdiendo selva y vidas a cambio de oro que deja pobreza y devastación.
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