
La selva amazónica enfrenta una amenaza creciente que pone en riesgo su papel como regulador climático del planeta. La deforestación avanza y sus consecuencias podrían transformar radicalmente la vida en Sudamérica.
La selva y el impacto climático de su desaparición
Esta zona amazónica cumple un papel esencial como regulador climático en Sudamérica y en todo el planeta. Su vasta extensión de bosques húmedos captura dióxido de carbono, libera oxígeno y mantiene un equilibrio en la circulación de humedad que afecta a continentes enteros. Sin ella, la región sufriría un cambio climático mucho más extremo y desestabilizador.
Un reciente estudio advierte que la deforestación total de la selva no solo reduciría las lluvias, sino que desencadenaría fenómenos intensos como sequías prolongadas, tormentas violentas y vientos destructivos. Estos procesos modificarían de manera profunda la dinámica ambiental, alterando tanto los ecosistemas como la vida de millones de personas.
Más de 30 millones de habitantes se verían afectados directamente, incluyendo a comunidades indígenas que dependen de los servicios ambientales que brinda la selva para obtener agua, alimentos y refugio. Además, los cambios en la temperatura y la humedad elevarían los riesgos de enfermedades, la inseguridad alimentaria y la vulnerabilidad frente a olas de calor cada vez más frecuentes.
La selva y los nuevos modelos climáticos
Los investigadores emplearon modelos climáticos avanzados capaces de reproducir con gran detalle la compleja interacción atmosférica de la selva. A diferencia de estudios previos basados en simulaciones de baja resolución, estos resultados ofrecen una imagen más precisa de cómo la deforestación masiva transformaría la región amazónica y sus alrededores.
Los análisis concluyen que, aunque el promedio anual de precipitaciones se mantendría en niveles similares, la dinámica de las lluvias cambiaría drásticamente. Los periodos secos aumentarían y las lluvias violentas, aquellas que superan los 50 milímetros en una hora, crecerían en un 54%. Este cambio extremo tendría efectos devastadores en la agricultura, la infraestructura y la estabilidad de los ecosistemas.
Barrera contra fenómenos extremos
La selva amazónica no solo es un reservorio de biodiversidad, también actúa como una barrera natural que regula fenómenos climáticos extremos. Su cobertura forestal mantiene el ciclo del agua en equilibrio y suaviza la aparición de tormentas intensas, evitando que la región quede sometida a contrastes tan violentos entre sequía y lluvia.
Sin la selva, la Amazonía estaría expuesta a vientos extremadamente fuertes que impedirían la recuperación del bosque. Este proceso dejaría amplias zonas desprovistas de vegetación, lo que aceleraría la desertificación y dificultaría cualquier intento de restauración natural. El equilibrio ecológico que hoy sostiene a miles de especies quedaría fracturado.
Petramás: La selva y el compromiso con su protección
El futuro de la selva depende de un compromiso global para frenar la deforestación y mitigar los efectos del cambio climático. Cada hectárea perdida incrementa la vulnerabilidad del planeta frente a fenómenos extremos y compromete la estabilidad climática de generaciones futuras. Cuidar la Amazonía significa cuidar el equilibrio vital de la Tierra.
En este contexto, Petramás en Perú se posiciona como un ejemplo de responsabilidad ambiental. Sus proyectos de generación de energía renovable a partir de residuos sólidos contribuyen a la reducción de gases de efecto invernadero y complementan los esfuerzos por preservar la selva amazónica. A través de la innovación y el compromiso sostenible, la empresa demuestra que la acción climática puede ser liderada desde el sector privado, ofreciendo soluciones concretas frente a la crisis ambiental.
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